Conocer las partes de un dron es imprescindible para saber la diferencia entre las piezas más importantes y las que podrían ser prescindibles, ya que el fallo de una de las más críticas hará que el dron no pueda mantenerse en el aire de manera estable y termine cayendo.
La fabricación de un dron conlleva un proceso delicado de montaje y decisión de las partes principales a utilizar. Conseguir que el vehículo no tripulado se mantenga estable en el aire es una tarea complicada en la que intervienen diferentes actores.
Hélices que giran gracias a unos motores instalados sobre una estructura. Una controladora o procesador que interpreta la posición del conjunto y gestiona su movimiento siguiendo las intenciones de un piloto a distancia. Este se comunica gracias a una pareja receptor y emisor. Desde luego, conseguir el vuelo controlado de un dron no es tarea fácil e involucra a muchas partes.
Por su parte, existen otro tipo de piezas que complementan la experiencia de vuelo, como la cámara, o que hacen más sencillo el pilotaje, como el GPS o el tren de aterrizaje.
Hay una serie de piezas que son necesarias para que la aeronave levante y mantenga el vuelo, si una sola de ellas falla o no trabaja como tiene que hacerlo, no será posible que el UAV tenga un vuelo controlado.
Una vez que el dron ya tiene instaladas las partes básicas para poder volar, se le pueden añadir tantos accesorios como necesitamos, dependiendo del uso que vayamos a dar al dispositivo. Algunos ejemplos son los siguientes:
A la hora de construir un dron, es importante que todas las partes vayan en consonancia. Al inicio del proceso se deberían definir unos requisitos para saber qué tipo de dron queremos montar, con parámetros claros como el peso que va a tener que levantar, la velocidad que necesite o la calidad y características de la cámara, por poner algunos ejemplos.
Una vez se tenga eso claro, se pueden definir tanto el número de hélices como el diámetro de las mismas, ya que en sus especificaciones suele aparecer el peso que levantan para cada régimen de vueltas. Este régimen necesario también nos va a indicar qué tipo de motores necesitamos. Conviene que para el peso total que se haya estimado para la aeronave no haya que revolucionar los motores a más del 70% para conseguir el despegue.
Con los motores elegidos, solo queda definir la batería, los variadores y la placa controladora. En este punto hay que tener en cuenta los amperios consumidos por los motores y cuánto tiempo queremos mantener el dron en el aire. Para finalizar, se elegirá el chasis o frame que mejor se adapte al dron y a todos sus componentes elegidos.
Un dron de carreras es capaz de alcanzar más de 150km/h en apenas unos segundos. La relación potencia/peso es muy alta y las aceleraciones que sufre son enormes. La estructura tiene que ser capaz de soportar todos estos esfuerzos. Es habitual que este tipo de drones lleven hélices tripala, con unos motores muy potentes y una batería capaz de entregar mucha energía de golpe sin calentarse.
Este tipo de drones suelen llevar instalada una cámara FPV (First Person View), que no graba con buena calidad, pero envía la imagen al piloto en tiempo real con una latencia muy baja. El piloto normalmente recibe las imágenes a través de unas gafas que le permiten ver la trayectoria del dron en primera persona.
Cada una de las piezas de un dron está compuesta de varios materiales, pero es la fibra de carbono el material que se usa principalmente en la estructura principal y las hélices, ya que es un material muy ligero pero también resistente.
Los drones son un conjunto de partes que trabajando al unísono permiten al dron mantenerse en el aire durante un tiempo determinado. Existen piezas más importantes que otras, pero todas ellas son relevantes para un vuelo estable y satisfactorio.